Serafín Mesa

Animador y cineasta independiente de origen español. Su películas han sido mostradas en festivales de Reino Unido, República Checa, Bélgica, Francia, Brasil, Argentina, Baja California e Incluso España. Investigador en recorrer en los dos sentidos la relación entre técnicas docentes de la animación y las disciplinas corporales escénicas. En esta labor de investigador participa como comunicante en congresos de Danza e imparte cursos de VJ y videoclip relacionando cuerpo e imagen en movimiento.

 

Cosechando un Cuerpo Sensible:

A partir del curso impartido por Álvaro Frutos

Serafín Mesa

 

Elijo mis paradigmas por simpatía, en lugar de alimentarse de la ortodoxia, como las manzanas que más me gustan. No crecen solas ni son cultivadas por jardineros desprovistos de extremidades. Las cosecha un agricultor que es capaz de diferenciar las cuatro estaciones con sólo mirar la altura del Sol en el horizonte. Un agricultor especialista en sus cuatro patas. Cerrando los ojos me enseña a bizquear en la oscuridad para iluminar mis huesos. A disparos y cañonazos de western en blanco y negro prende mis músculos. A estilo perro me enciende las tripas en el juego de atrapar la presa de unos calcetines enmarañados. Con los ojos aún cerrados me invita a un spa de masajes a diez manos. Literalmente vuelo sin esfuerzo y mis cueros se trasmutan en oro.

Al alba son frutos suyos los que como. Entonces separo mis pestañas y me enseña a bailar para otros cuarenta y tantos ojos. Justo en el centro un corazón florece regado por el sudor de todas las miradas. Un corazón donante, calcografiado por apretones de brazos contra omóplatos.

Con mis huesos iluminados, mis músculos prendidos, mis tripas hirviendo y mi piel incandescente oro, trago el último bocado de manzana y mis viejos dibujos parecen otros. Vomito la academia y mis viejos dibujos ya no son tan sólo míos. Donde antes trazaba líneas de base ahora brillan huesos. Ya no puedo continuar dibujando añadiendo contornos sin más porque me arde la anatomía. Cuando intento completar la figura y llenar su silueta se me incendia el corazón y endemoniado se propaga por el resto de mis órganos. Un verbo común aplaca el calor. Encarnar. Dar color a la superficie blanca del papel vistiéndola de piel. Encarnar. Conquistar el vacío de uno mismo habitándolo de ser.

 

En ese instante estamos listos para comernos manzanas, plátanos y chocolatinas. Salimos rápido y con retraso porque son pasadas las dos y el conservatorio tiene que cerrar. La Buena Aventura aún tiene una escena pendiente. Nos abren el aparcamiento y entre coches y gatos negros nos fumamos el aire puro en humo blanco y lo soltamos coloreado de rojo. Fumamos por los pies y las rodillas. El humo rojo es una metáfora de nuestras tensiones, al expulsarlo resultamos recompuestos. Como chimeneas radiactivas se nos vuela la tapa de los sesos y quedamos como nuevos. Poco a poco vamos abriendo los ojos. Lo juro, al abrirlos lo primero que veo es una nube con la forma exacta de una pelvis.

 

Veinticuatro horas después y veinte minutos antes de que todo vuelva a ser patria de gatos el agotamiento se rompe con la velocidad de expansión del universo. Crecen las montañas acompañadas de veinte quietudes desnudas. Veinte minutos que son siempre; comiéndose una manzana. Bajo el sol, enredados en brazos, poste de la luz y vallas de seguridad. Apoyando la espalada contra la pared del planeta. Contrapesando articulaciones sobre si mismas o en una silla. En el alfeizar y bajo el quicio de ventanas y puertas de un edificio público en domingo. Cada una de estas eternidades es un regalo coronando el vacío con la peculiar morfología de un solo cuerpo sensible.

ESTATUAS SENSIBLES